En medio de las majestuosas montañas de la Sierra de Guadarrama, el pintoresco pueblo de Cercedilla resguarda tesoros culturales y tradiciones rurales que han resistido el paso del tiempo. Una de estas joyas es el juego de «La Calva», una tradición arraigada que se despliega cada Semana Santa de la mano organizadora de la Sociedad de Mozos, para celebrar la comunidad y la competencia en un ambiente de alegría compartida. En un mundo moderno que evoluciona constantemente, esta tradición ofrece una conexión perdurable con las raíces y la autenticidad.
Orígenes Históricos
Si bien la documentación histórica de Cercedilla puede ser escasa, «La Calva» tiene sus raíces en las antiguas civilizaciones ibéricas y celtas. A lo largo de la historia, pastores en las tierras de Castilla y León también practicaban este deporte ancestral como una forma de entretenimiento y competición. El juego ha sobrevivido a través de los siglos, manteniendo su esencia a medida que se transmitía de generación en generación.
La Calva: Reglas y Mecánica
«La Calva» se juega al aire libre en un campo de tierra rectangular de aproximadamente 20 a 25 metros de longitud, que se ajusta según la potencia de los jugadores y su destreza. Los protagonistas son el «morrillo», una pieza cilíndrica de piedra o hierro rellena de lastre, y «la calva», una pieza de madera con un ángulo obtuso que presenta una abertura de entre cien y ciento veinte grados. Esta última tiene una base, llamada «zapata», y una parte superior llamada «alzada», que alcanza una altura de unos 30 cm. La zapata es ligeramente más corta que la alzada, y el grosor disminuye a medida que se asciende hacia la alzada.
Dinámica del Juego y Jugadores
El juego se puede disputar en modalidad individual o por equipos de dos o tres jugadores, y varios equipos pueden participar en un torneo. Un elemento fundamental es el «rayero», quien no juega, pero anota y actúa como árbitro en las jugadas disputadas. Para llevar la puntuación, el rayero utiliza una tablilla rectangular dividida por una línea recta longitudinalmente, con perforaciones a ambos lados numeradas del uno al treinta. Cada tanto ganado se representa con un pequeño palito colocado en el agujero correspondiente. Las partidas pueden jugarse a 22, 25 o 30 tantos. Cuando un equipo está cerca de ganar, el rayero anuncia «Pamplina» cuando faltan tres tantos, «Vinagre» cuando son dos y «Aceite» cuando solo falta uno, estableciendo una posición especial llamada «burro» para ganar este último tanto.
Reglas y Espíritu Competitivo
El juego comienza con un lanzamiento para determinar qué equipo inicia. El orden de actuación se determina según la proximidad de los morrillos a la raya. En partidas por equipos, un jugador de cada equipo tira en orden, pasando al siguiente jugador de su equipo después de una calva exitosa. El objetivo es pegar limpiamente con el morrillo en cualquier parte de la calva sin que toque el suelo antes. La decisión del rayero es definitiva en caso de dudas.
El juego se lleva a cabo en un ambiente competitivo pero amigable, y a menudo involucra a jugadores de todas las edades. La estrategia, la precisión y el compañerismo son aspectos clave del juego de la calva, lo que lo convierte en una actividad que trasciende las barreras generacionales y une a la comunidad en torno a una tradición común.
Un Deporte que Evoluciona
En tiempos modernos, «La Calva» ha evolucionado para convertirse en un deporte regulado por un reglamento minucioso, con campeonatos y competencias de liga y copa. Aunque esta transformación ha revitalizado el juego, algunos argumentan que ha perdido algo de su carácter original al convertirse en un deporte de alta competición. Sin embargo, la esencia de la tradición sigue viva en Cercedilla, recordándonos la importancia de mantener conectados nuestros pasados y presentes.
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